lunes, 20 de abril de 2009

Juan Pablo II 1982


El día 31 del diez de 1982, sobre las cinco de la tarde aterrizaba Juan Pablo II en España, primera visita de un Papa en veinte siglos de cristianismo, todas las fuerzas vivas de la nación y una gran muchedumbre lo recibió.
Después de besar el suelo dijo. Acabo de pisar suelo Español. Bendito sea Dios que me ha permitido venir hasta aquí, en este mi viaje apostólico.

Meses antes recibí una llamada telefónica y era un teniente coronel de policía nacional, me dijo es usted fulano de tal y conteste afirmativamente, te ordeno llenes una maleta de ropa y te presentes en Madrid mañana por la mañana, a pesar de su tono jocoso sufrí un sobresalto y pedí alguna explicación, contestándome, mañana en Madrid.
En una reunión de seguridad se planifico toda la visita del Papa, constituyéndose cuatro caravanas para poder abarcar todos los sitios que, el Vaticano nos señalaba, las rutas nos la dividimos, caravanas A, B, C; y una exclusivamente para Madrid.
Yo elegí la B, pues venia a Sevilla y lo despedía en Santiago de Compostela lo llevaría a Toledo, Sevilla, Zaragoza, y Santiago.

Recorrí todos estos lugares donde se planifico todos los movimientos y la seguridad correspondiente, me reuní con Policía Nacional, Guardia Civil, Policía local, Bomberos, Cruz Roja, Directores de aeropuertos y Protección Civil, las rutas a seguir y todos los lugares donde el Papa iba a conectar con él publico, fui repartiendo responsabilidades y distribuyendo el trabajo a las fuerzas competentes. Fueron días agitados. y agotadores
Con muchos kilómetros recorridos,
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Después el tiempo pasado, quiero contar algunas de las anécdotas que me ocurrieron.
Toledo, dos de noviembre. Después de la misa que Juan Pablo II dedico a los dirigentes del apostolado seglar, nos encaminamos hacía la caravana cuando un hombre se salto el cordón de seguridad, y gracias a la intervención de un joven inspector que le hizo un placaje lo llevo al suelo donde lo reducimos, pero numeroso publico que lo conocía nos aclararon que era un anormal que quería abrazar al Papa, lo comprobamos y lo soltamos sin más, pero el susto nos lo dio

En mi visita a Sevilla meses antes para comprobar todo el dispositivo, pedí una reunión de los responsables, la J, S, de P, mando un comisario Policía Nacional a un comandante con ambos nos dirigimos a la explanada de frente del cuartel de la Policía en los Remedios, y sobre el plano donde señalaba una entrada al recinto que estaría repleto de sillas con unos caminos que el Papa recorrería entre la multitud, uno que terminaba en el altar y otro que después de la misa recorrería para que todos pudieran verlo de cerca terminaba frente al cuartel.
Al comisario le di la misión de poner un motorista en la entrada, pues la caravana dejaría al papamóvil solo y como el conductor era de Madrid necesitaba un motorista que lo fuera guiando hasta el altar y después el otro recorrido para la salida frente al cuartel donde yo debía de colocar la caravana para que el papamóvil se incorporara en su sitio.
Al comandante como vi que el bordillo de adoquines era muy alto. El papamóvil era imposible que pudiera bajar por allí pues se quedaría colgado en los adoquines le pedí pusiera un madero doble de ancho que el vehículo y la mitad de la altura del bordillo para que de esta forma pudiera bajar sin problemas.

Cuando llegamos con todo el sequito al lugar donde debíamos de dejar solo al papamóvil este se adentro y el motorista no estaba el conductor siguiendo el plan B, se fue directamente al altar por el camino más corto.
Ante esta dificultad me fui a ver el madero que se acordó poner en el bordillo y brillo por su ausencia.
Di cuenta al Jefe Superior de Policía que se preguntaba que pasaba, y se dirigió al comisario diciéndole es usted tonto como no acato lo que le pidió el jefe de seguridad, ante toda estas anomalías di orden de preparar la caravana detrás del altar y marchar para el palacio arzobispal

Como él publico se quedo esperando como estaba establecido pues llevaban mas de veinte horas para poder ver al Papa de cerca, pido perdón al pueblo de Sevilla y sus aledaños por que no pudieron disfrutar de la cercanía del Papa.
Como no hubo nada de los comentarios que se suscitaron que era por temor a un atentado les aclaro que fue la inoperancia de estos dos imbéciles

En Zaragoza, la cosa tuvo mas gracia, lo previsto era que la caravana con todo el sequito parase en el Palacio Arzobispal, para que todos descansaran antes de ir a la Basílica del Pilar que estaba muy cerca, se bajaran los equipajes y un sacerdote los llevara a los aposentos, pero el Papa se bajo y se fue directamente a la Basílica y lo siguió todo el sequito, pasados unos minutos de desconcierto, cumplí mi protocolo y retire la caravana al cuartel de la Policía llevándome a los conductores a cenar en un restaurante cercano, no habíamos empezado el segundo plato cuando se presento un motorista preguntando por mí diciéndome que los equipajes no fueron bajados y que sino se los llevábamos tendrían que dormir en ropas menores, con los conductores de autocares llevamos las maletas al Palacio y bronqueando al responsable de haberlos bajado en su tiempo me contesto que el también se fue tras el Papa y se olvido bajarlos.
A la mañana siguiente marchamos al estadio de la Romaleda donde diría una misa a los enfermos, cuando lo deje en el recinto deportivo lleve la caravana al lugar desde donde teníamos que salir una vez organizada se agrego un autocar desconocido que mande retirar inmediatamente, se me presenta un coronel de E, M, diciéndome que eran las damas de no se que y que era orden del Capitán General y le conteste que en la cápsula de seguridad no podía estar nadie a menos de cincuenta metros que si no lo retiraba lo haría yo con la grúa de la caravana, a regañadientes lo retiro al fin no sin que antes intentara saber quien era yo y le respondieron ese señor es el que manda en la seguridad.

En Santiago de Compostela, en el aeropuerto de Labacolla celebro una misa en honor de los peregrinos, él publico se coloco en unas gradas que no tenían barandas y les colocaron unas de madera, como el Papa tenia que pasar por un costado de la grada él publico se agolpo sobre la baranda que se rompió cayendo unas treinta personas al vacío que gracias a Dios cayeron sobre una gran tarima que había en el piso, el Papa intento auxiliarlos pero yo lo retire en mi vehículo de respeto un Mercedes 500 blindado que puso a mi disposición la casa Mercedes conduciéndolo hasta el papamóvil pregunte si había algún herido contestándome Cruz Roja que solo magulladuras, se lo comunique al Papa que rezaba y con un gran respiro me dio las gracias.
Nos dirigimos a la plaza del Obradoiro donde dirigió un discurso a los hombres de la mar,
Cuando dirigí la caravana detrás del Santuario me encontré el lugar ocupado por la del Rey comunique al jefe de la casa Real con el plano en la mano que aquel era mi sitio señalándole el lugar reservado para ellos, ordeno que dejaran libre el sito y ocuparan el suyo.
La despedida en el aeropuerto de Labacolla después de las despedidas de protocolo subió las escalerillas del avión Papal y volviéndose dijo “!Hasta siempre España”¡.
Esperamos todos a que el avión saliera del espacio aéreo de España cuando se lo comunicaron al Rey que se quito un gran peso de encima con un suspiro nos dijo gracias a vosotros todo a salido bien.
En un momento de intimidad el Papa me regalo una reliquia de Juan XXIII un rosario todo para mi mujer y un regalo del Vaticano para mí que guardamos con especial cariño.
He dejado para el final una anécdota para mi emotiva.
Fue en Sevilla cuando salimos del aeropuerto circulábamos a treinta kilómetros para que todo el gentío que se agolpaba en la carretera pudiera verlo al pasar, frente a la Renault los operarios en monos de trabajo lo aclamaron y uno de ellos dijo.” Oye, yo no creo en nada pero cuando nos miro sonriente y nos dio la bendición sentí un repeluco que se me han puesto los vellos de punta.”

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