jueves, 3 de diciembre de 2009

¿EN EL NOMBRE DE QUIEN?

En Galicia a donde me gusta cada vez regresar, para serenar mi espíritu, desde Cuntis, pueblo de Pontevedra entre Caldas del Rey y A Estrada, en un balneario de aguas termales en el Hotel La Virgen, durante diez días todas las mañanas temprano en el silencio de sus calles, salía del hotel porque en sus pasillos había un olor a aguas sulfurosas que me superaba.
Paseando meditaba sobre mi problema con la Iglesia, yo que profeso una gran fé en Cristo y en su mensaje, me preocupaba que en mis reflexiones sobre los Evangelios que publique en mi blog, no fuera bien interpretado, pero mientras más leo sobre ellos más me reafirmo en lo dicho.
En el periódico El Mundo del domingo 18 de octubre de 2009, el filósofo José Antonio Marina en su artículo “En sus orígenes, el cristianismo era algo muy razonable”. En sus conversaciones con Enrique Miret Magdalena, q.e.p.d, teólogo laico que es tanto como decir “cuadrado-redondo” dijo el cristianismo en sus comienzos no tuvo que ver con la complicada dogmática posterior. Fue un modo de vida, antes de convertirse en un credo teológico. La fé consistía en fiarse de la persona de Jesús, como se ve en los evangelios.
Después pasó a su vez la aceptación de más tortuosas tesis filosóficos, que el carpintero de Nazaret no hubiera entendido.
El mensaje de Jesús fue una ortopraxia, una buena forma de obrar antes de ser una ortodoxia.
Lo que el cristianismo añade como peculiaridad es afirmar que quien pone en práctica la caridad, no se limita a obrar moralmente bien, sino que está realizando la obra de Dios, participando de su energía.
La bondad se convierte en un acontecimiento divino.
¿Cómo un teólogo laico puede ver con claridad y creer en el mensaje de Jesucristo?
En el mismo periódico y la misma fecha, he podido leer a Antonio Gala, laico por su pensamiento pero que también ha buscado a Dios, pero no le tiene mucha simpatía al Vaticano, pues dice “el origen de la tiniebla de la España negra es su religiosidad. El catolicismo, con sus valles de lágrimas, amargó a medio mundo y procuro cargarse a otro medio. Pero más que a nadie, a nosotros”
El concepto de religión de la Iglesia o de gobernantes siniestros y cobardes le debemos habernos pasados guerreando toda nuestra historia: romanos, judíos, godos, herejes, turcos, indios... y contra nosotros mismos, secesión, sucesión, tradición, alzamiento... ¿En nombre de Dios? Naranjas de la china.

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